Como parte del tema de investigación:
¿Porqué algunos estudiantes de
bachillerato odian las matemáticas?
Me incorporé como un alumno más a la
clase de matemáticas del grupo de tercer cuatrimestre del bachillerato general del
Instituto Tecomense Benito Juárez, formado por 12 alumnos solamente. Como
referencia el grupo inició con 25 estudiantes, luego 21 y ahora 16, pues hubo
quienes faltaron. Al principio se mostraron sorprendidos con mi presencia, pero
fueron respetuosos y al poco tiempo pareció que se olvidaron de que ahí estaba.
El salón se divide en dos hileras y en vez de butacas están hay sillas individuales con mesas comunes por pares de
alumnos. Cada fila tiene diez mesas por lo que en total pueden caber 40 alumnos.
Sin embargo, pese a lo reducido del
grupo, es muy variado, integrado por chicos y chicas, unos más serios que
otros, algunos muy inquietos. Estuvieron en clase Ruth, Joahna, Omar, Paola, Bryseida,
Daniela, César, Brandom, Samuel, Alejandro, Joel y Pedro.
Entrando al salón, del lado derecho,
se sentaron Ruth y Joahna, luego Omar y Paola, después las inseparables
Briseyda y Daniela, luego el solitario César y atrás, solo también, el callado
Brandon. A todos ellos los he conocido como promotor educativo en la institución,
ahora me encontraba en su clase de matemáticas con motivos de investigación.
Del otro lado y en primera fila,
Samuel, como evitando al grupo que atrás, pareció todo el tiempo distraído:
Alejandro, Joel y Pedro. Estos tres últimos no pararon de hablar toda la clase,
parte siguiente de mis observaciones. Cuando le pedí a la maestra oportunidad
de ingresar al salón de clases, me dijo que hoy sólo sería práctica y que “no
habría explicación”. Resultó luego que las circunstancias obligaron a lo
contrario porque parece que “nadie resolvió los tres ejercicios de tarea”.
Ahora podríamos lanzar la
interrogante ¿Qué tan complicado o no resultó ser la tarea que nadie la llevó
porque no le entendieron o no la supieron contestar correctamente? En realidad,
la tarea era algo muy sencillo: graficar en el plano cartesiano tres
ecuaciones, dos rectas y una parábola, por sustitución de valores y previamente
aplicación, de ser necesario, de reducción de ecuaciones.
La maestra fue paciente, no entró en
detalles y simplemente retomó la explicación. El primer ejercicio, lo hizo, en
tanto, la observaban con atención del ala derecha, pues del ala izquierda sólo
Samuel, al frente, estaba concentrado en la clase. En tanto por momentos parecían
estarlo Joel, Pedro y Alejandro, pues si no es que hacían comentarios
bromistas, se distraían entre ellos o mirando al exterior del salón.
Luego vino la explicación del segundo
problema, completo, con todo y gráfica, pero ahora la maestra empezó a
interactuar con los alumnos y se empezaron a escuchar las respuestas de
Daniela, Joahna, Omar, los más participativos. Otros como Paola, Bryseida,
César y Brando, solamente callados haciendo anotaciones y volteando al pizarrón.
Del lado izquierdo se mantuvo la
misma dinámica y ni con el uso de calculadora científica eran capaces de atinar
respuestas. Parecía por momentos que lo único que esperaban era el final de la
clase. Luego la maestra terminó explicando el tercer ejercicio y viene el
comentario bromista de Alejandro: “Maestra, ya no ponga de esos ejercicios”,
aunque de nada le valió, porque otros tres más les fueron puestos en el
pizarrón para el resto de la hora y 15 minutos de clase.
No hay comentarios:
Publicar un comentario